Una antigua cisterna del siglo XVIII en desuso guarda los vestigios de su función inicial y actúa como testimonio de un modelo de extracción de recursos más coherente con el entorno. Siglos atrás el agua recuperada de los desagües pluviales llenaban los muros de este recinto pétreo, estanco, oscuro y vacío. La instalación crea un paisaje ficticio, que rememora la fuente original de extracción. Una topografía recreada con materiales naturales (piedras, vegetación y agua) cubre todo el plano del piso, dando como resultado un sistema orográfico con pantanos y estanques que desdibujan y hacen desaparecer el suelo. Filtraciones de agua que se desprenden del techo, son receptadas por los estanques, provocando reflejos que cubren todo el espacio. A su vez el eco natural del espacio se maximiza por un sistema de sonido que provoca mayor profundidad.